Ma. P#10

2020
Técnica mixta sobre hierro
12,5 x 25 cm

Primero fue el lienzo: blanco, raso, como un muro de altura superior. El lienzo absorbía, anulaba todas las claridades que se desprendían de mis ojos. Después fue el hierro. Cadáveres del hierro después de una tormenta, despellejados, desarraigados. Como con otoño. El hierro tomaba, anulaba todas las formas que se desprendían de mis manos, como un esqueleto de la dureza.

Después el mar entró en mis ojos como a una cueva de sombras azules con el fondo lleno de cantos rodados y me dejó los párpados abiertos como un cormorán con las alas tendidas al sol. La blancura del lienzo y las hojas del hierro se encontraron bajo el agua. Vinieron los días de sol, mis manos ácidas, los días de sembrarme en semillas de hierro, los días de lluvia, los días de nutrirse los unos a los otros (el cuerpo, el lienzo, los metales), el viento. Vinieron las germinaciones de la dureza en una carne de libertad, las floraciones de átomos como los crepúsculos: nubes de oro, nieblas de cobalto, relieves manaron en mis ojos. Como de un cielo, del lienzo surgía el cuerpo del mar. Como de una tierra, emergía del hierro el interior del mar. Y de los óxidos brotaban las algas, las medusas, los peces, en el tiempo (óxidos: latidos!).

Todo lo desprendido flota: cuerpos, relieves en el agua, y el mar, nadando. Sueños de líquenes dorados en claridades azules, sombras en el aliento de las olas, todo lo desprendido: cabellos de música como medusas de seda; labios mirando, preguntando desde otro mundo como afilados peces; fantasmas de fuego oscuro como algas, gorgonias. Líneas, suavidades bajo el agua (brotes, desprendimientos).

Hasta que el mar se replegó en el lienzo, el movimiento en la línea, los óxidos en las valvas del tiempo. Después de caer, las hojas metálicas retornaron a sus árboles como olas, y la blancura a su silencio como una respiración. El hierro fue duro y brillante en el aire, y el silencio, lejanía, desistimiento.

Hace unos meses encontraré en un campo abandonado vegetales metálicos, hierros agonizantes, desangrándose. Hace unos meses el lienzo blanco, todo libertad, continuará durmiendo o muriendo en la lisura o la lejanía. Se mezclaran el hierro y el lienzo y mis manos y mis ojos bajo los meteoros, y vinieron los óxidos y las líneas suaves (sedas negras) y las claridades del mar en que surgen los seres!

Texto: Carles el Saure
Fotos: Joan Roman